30 meses trabajando consecutivamente todos los días. ¿Mérito o demérito? ¿Éxito o fracaso? ¿Esclavitud o libertad?
Publicado el 13 de julio de 2025 por Manu Pijierro
...menudo loco... habrás pensado antes de entrar. No te falta razón. No te sobra razón.
El pasado 8 de julio cumplí treinta (30) meses trabajando todos los días, desde el ocho de enero de 2023 hasta hoy... y sumando. 912 días, algo más de 130 semanas ahí
del tirón, empantanao, poniéndome moreno con el brillo del monitor del ordenador.
Con sus
sábados y domingos, sus Años Nuevos, sus Reyes Magos, sus carnavales y Semanas Santas, sus festivos locales, nacionales y universales, sus Días del Trabajador...
¿Recuerdas ese día de julio del año pasado en el que te comiste un Frigo Pie en la playa de postre después del filete empanado?
Pues ese día, también trabajé. Agostos, puentes constitucionales, Navidades, Nochebuenas, Nocheviejas y Nochenuevas y, por qué no decirlo también, en días de enfermedad,
que también los ha habido.
Pues todos, todísimos, trabajando. Un récord personal que mezcla cierto absurdo con bastante de sinsentido, pero bueno, es lo que hay.
No siempre ocho horas diarias, a veces menos, a veces más, pero creo que si hiciera un balance me saldría una media bastante
guapa.
Reflexionando sobre este período de tiempo, pensé y dudé muchas veces sobre si esto podía considerarlo un éxito o un fracaso a nivel personal y/o profesional en cuanto a gestión de la carga de trabajo, si era algo con mérito o con demérito, si podría considerarme un esclavo digital del siglo XXI o, por el contrario, haber encontrado una especie de libertad duradera en la que soy cien por cien dueño de mi día a día. A todas estas preguntas respondo al final del artículo, pero antes explico como he sobrellevado todo este tiempo desde distintos puntos de vista.
Nota 1: este artículo está libre de inteligencia artificial. De hecho, cuando termines de leerlo, es posible que pienses que está libre incluso de cualquier tipo de inteligencia.
Nota 2: Que sepas también que me compré un traje de filósofo en las rebajas, de esos "baratein". Me lo he puesto para escribir este artículo. Espero que te guste.
Venga, va, no te vayas, sigue leyendo, que a esta invito yo.
Lo que cuento
Sobre lo importante de la vida
Podrás ver este artículo como un artículo sobre trabajo, otro más, dirás, pero realmente he querido ir un poco más allá. He escrito sobre lo importante. Mejor dicho, sobre lo importante que es lo importante. Sobre valorar el tiempo como se merece. El paso del tiempo y los momentos importantes de la vida. Poner el foco en aquello que nunca volverá.
Este texto no es solo una crónica de 30 meses de trabajo, sino una especie de manifiesto (a mi estilo compadre) sobre cómo entender el trabajo, el tiempo y la vida con intención. Pienso que, quizás, es mejor trabajar todos los días un poco (o mucho, depende del día) para después tener libres los momentos importantes de la vida cuando quiera Dios que lleguen, donde quiera Dios que surjan. O quizás no, veremos...
Desde el punto de vista profesional
Por si no lo sabes, que no tienes por qué, te pongo en contexto y te cuento rápidamente a lo que me dedico:
yo soy de esos que pasan mucho tiempo delante del ordenador. Casi siempre programando.
Casi siempre creando aplicaciones personalizadas para empresas, para que gestionen sus negocios y sus movidas. Por cuenta propia,
yo solo, vamos, un autónomo de toda la vida, aunque en los últimos años se haya puesto de moda llamarnos
freelance o freelancer, que para algunos es más moderno y más guay. Pues no, no lo es.
A mi abuelo Pedro se lo
hubiera contado así en su momento, por si lo quieres leer.
Lo profesional, lo tecnológico, trabajando para empresas
¿Cómo han sido estos dos años y medio de trabajo constante? La primera consecuencia es haber crecido bastante en cuanto a número de proyectos desarrollados. Tanto es así que a veces pienso si he llegado al límite de lo que puedo hacer yo solo. Ahora mismo, así, a ojo de buen cubero, puedo tener en vuelo unos quince proyectos de los cuales, aplicando Pareto, al menos el 80% están a día de hoy activos y con una carga de trabajo constante, entre unos y otros, en cuanto a cambios evolutivos, mantenimiento y soporte.
Tengo proyectos en empresas relacionadas con la formación de opositores, una grandísima bodega vinícola, explotaciones forestales, transportes, gestión de biomasa y residuos, almazara de producción de aceites, fontanería, gestión de carreteras, gestión de un centro de reproducción animal,...mmm..., ¿qué más? ¡ah!, sí, gestión de un centro de apoyo, atención y cuidado a personas con necesidades especiales, gestión de explotaciones animales, una empresa relacionada con la rehabilitación de hogares,..etc. En definitiva, como verás, no se puede estar más entretenido.
La mayoria de los proyectos son lo suficientemente grandes en funcionalidad y complejos en casuística como para mantener en la cabeza todos o parte de ellos. Esto implica
una dificultad extra en la gestión de todos ellos relacionada con
los cambios de contexto. Me cuestan la vida. Espera, ¿cambios de contexto?, ¿a qué te refieres friki?
Sí, te cuento, un cambio de contexto no es más que estar trabajando en un proyecto y tener que cambiar a otro proyecto
distinto porque te llama un cliente al que le urge un cambio o una corrección.
A veces, ocurre una o varias veces al día y estos cambios, reconozco, que me producen mucho cansancio mental.
¿Cómo peleo contra esto?, ¿cómo recordar lo que programé hace días, semanas o meses entre miles de líneas de código?...
pues la verdad es que da para escribir un post específico sobre este tema pero, en mi caso, hay tres cuestiones principales que me facilitan la tarea:
- La primera es que desarrollo mis proyectos muy parecidos unos a otros. La estructura interna de los archivos, patrones utilizados y jerarquía de archivos es similar, digamos que mantienen cierta simetría entre ellos. Solo cambia, obviamente, la semántica del negocio al que da soporte pero, en esencia, son muy parecidos, lo que facilita el acceso a ellos y la adaptación al cambio de forma rápida.
- La segunda es que intento escribir código muy explícito y muy literal para que pueda leerlo de tal forma que me sea lo más comprensible posible, sin suposiciones, sin necesidad de inferir nada. Los nombres de clases, funciones, parámetros, variables, condiciones, etc., todas las intento expresar de forma muuuuy literal, muy de lectura fácil, que yo piense "esto lo leo dentro de un año y más o menos sabré a qué se refiere".
- La tercera es que en el caso de que tenga que dejar pausada una tarea, por el motivo que sea, anoto de forma literal, clara y concisa lo que estaba haciendo en el proyecto en ese momento, el punto exacto del desarrollo y que es lo siguiente que debería hacer. El objetivo es que cuando vuelva sepa exactamente, sin pensar, como continuar.
Cuando llevas tantos proyectos al mismo tiempo también se hace complicado priorizar. Cada proyecto es de un cliente y cada cliente tiene sus necesidades, sus urgencias y sus prioridades. Para mí ha sido muy importante saber, más o menos, detectar lo urgente de verdad entre todas las peticiones y aplicar un "round robin" personal para ir atendiendo a todos los clientes de la forma más justa y equitativa posible. "Nadie te vigila, pero tú cumple", esto me digo yo mentalmente cada día...o cada dos días, vaya.
Además, esa jerarquización anterior se ha visto más comprometida cuando ha habido épocas en las que he podido estar trabajando en paralelo y de forma muy activa hasta en cinco o seis proyectos a la vez. Esto sí, reconozco, que me tuvo varios meses en jaque en cuanto a estar en el límite de mis capacidades, sobre todo sobre todo último trimestre de 2024 y comienzos de 2025 con un esfuerzo personal demasiado elevado, constante y duradero en el tiempo. De querer tirar el ordenador por la ventana. Y yo detrás con él.
En cualquier caso, considero que es requisito indispensable de uno mismo mantener la calma y serenar los ánimos cuando ves delante de ti un listado enorme de tareas pendientes de proyectos dispares. No desesperarse ni agobiarse. Organizar y ejecutar. Ejecutar. Programar y avanzar. Avanzar con la tarea y que cada minuto te haga estar un poco más cerca del objetivo. Evitar la parálisis por análisis que te puede llegar a bloquear. Eso sí, una vez comenzada una tarea, concentrarse mucho en ella.
Visibilizando el burnout en el
horizonte. A pesar de no dejar el trabajo diario, creo que nunca he llegado a un límite en el que haya sentido los síntomas de este síndrome tan dramático para muchos trabajadores.
Me he sentido muy cansado mentalmente muchas veces pero nunca he llegado a sentirme quemado del todo.
Creo que me ha ayudado a no sobrepasar el límite físico y emocional el hecho de trabajar para mí mismo, saber, a su vez, que no puedo fallar a los clientes con sus proyectos,
a tomarme las cosas con cierta calma y tener siempre la opción de parar y desconectar cuando yo quiera. Solo el hecho de tener esta opción, esta vía de escape, a mano, cuando quiera,
me ha llevado a mantener cierta calma.
Programar como si no hubiera un mañana para avanzar.
Lo siguiente es mi perfil de contribuciones de Github.
Cada cuadradito es un día. Hay muy pocos días en blanco, es decir, días en los que no haya hecho al menos un commit en mis repositorios.
Probablemente esos días
haya trabajado en repositorios de otros clientes o bien, he programado en el mío pero sin commitear o bien he estado de visita a clientes.
Honestamente, veo esta imagen y a mi, lo primero que se me viene a la cabeza es que estoy como una regadera y que no es para nada sano (y probablemente no lo sea)...pero bueno,
más adelante, intentaré escribir para convencerme de que no es para tanto.
Para la mayoría de programadores puede parecer algo muy obvio pero no quisiera dejar de mencionar lo que la inteligencia artificial -ChatGPT y Github Copilot- me han ayudado, salvado y ahorrado en muchísimas ocasiones. Creo que no podría haber llegado a este punto de productividad sin la ayuda de estas herramientas. Son como mis programadores asistentes, muchísimo más listos que yo, que me resuelven todo tipo de problemas. Me han ahorrado horas y horas de trabajo y me han permitido hacer mucho más en menos tiempo. Acho, de verdad, gracias a los que inventaron esta magia de la inteligencia artificial y a los que la desarrollan y la mantienen. Os quiero.
Una última, se me olvidaba. No sé ni como, entre tanto proyecto, a ratitos, he podido desarrollar mi proyecto personal
Oficius,
un buscador de empleo y ayudas
en boletines oficiales. Verás, honestamente, de este proyecto hay una cosa de la que sí me siento especialmente orgulloso en cuanto al proceso de desarrollo. No es nada técnico y
es algo que creo que te puede ayudar a ti también con tus objetivos: darle mucho poder a los valores de la paciencia y la disciplina. Valores
que te empujan a ir avanzando día a día, poco a poco y sin desesperación. Da igual el ámbito, sirve para todo en la vida.
En mi caso, me comprometí a dedicarle
entre media hora y una hora al día, a veces un poco más, a veces un poco menos, pero siempre algo. Todos los días.
Da igual que fuera poco lo avanzado. Da igual que el avance fuera cero patatero. La cosa era no perderlo. Estar en él. Interiorizarlo. Normalmente solía ser lo primero que hacía en el día. Algo
así como un calentamiento mental antes de empezar con los proyectos de los clientes. Poco a poco. Paso a paso. Sin prisa. Sin objetivos de tiempo. Sin fechas de entrega. Pero avanzando.
Interés compuesto aplicado al desarrollo de software...hasta sacar una versión más que decente del mismo.
Calla, que hay otra muy buena, que se me olvidaba. A todo esto, el año pasado (mayo-junio de 2024), por probar que era eso de ser profesor, estuve por las mañanas
en un instituto de Mérida durante un mes. No me gustó nada la experiencia y algún día escribiré sobre ello.
Lo mejor fue sentirme por una vez en la vida el profesor que se pasea
lentamente entre los alumnos mientras hacen un examen.
Sigamos.
Desde el punto de vista personal
¿Cómo gestionar y mantener el equilibrio entre la vida personal y profesional cuando no paras ni un día de trabajar?
Equilibrio. Te voy a decir claramente cual es el secreto, MI secreto (imagina un redoble de tambores en plan misterio...¡pompom pompom pompom!....¡tachán!): poner el foco y dedicar el tiempo de mi vida a lo realmente importante. Repito, poner el foco y dedicar el tiempo de mi vida a lo realmente importante. ¿Y qué es lo importante? dirás tú, pues la respuesta es tan obvia y sencilla como decir que lo importante depende de cada persona. Pero a ver, listillo, si es tan fácil, ¿por qué hay personas humanas que dedican mucho tiempo de su vida a cosas que no son realmente importantes no les aportan valor o incluso les resultan negativas? Buena pregunta, pequeño saltamontes (flip! flip! flip!) Pues eso te lo tendrán que contestar ellos pero yo diría que, en la mayoría de esos casos, no le han dedicado el tiempo suficiente a pensar, valorar y reflexionar sobre que es realmente importante, y que no, en sus vidas. ¿Y tú?, sí, tú, no hagas como no que me has visto, tú que estás leyendo esto ahora mismo, ¿has dedicado alguna vez el tiempo necesario a pensar sobre lo que es realmente importante para ti? Yo, de momento, te voy a contar mi visión sobre que es importante para mí, como lo defiendo y como lo he intentado compatibilizar con el trabajo.
La salud. La salud es lo primero, eso dicen y eso creo. Si no tienes salud, no tienes nada y no puedes ayudar a los que más quieres. Una buena alimentación, actividad física, buenos hábitos saludables, son INNEGOCIABLES en mi día a día. Innegociables. Cuidando la mayoría de los días todos estos aspectos de la mejor forma posible. Al menos intentarlo. Pero en serio, con disciplina. Por mi bien y por el bien de los que me rodean.
¿Y cómo casa, por ejemplo, tener actividad física con tener poco tiempo libre? Pues buscando el momento aunque no sea el perfecto. Aprovechando cada minuto.
En mi caso, me he ido adaptando mucho con el paso del tiempo. Hago deporte en el salón de casa o en el parque, cuando voy con mi hijo,
compartimos primero zona de calistenia y después zona de juegos.
O me levanto muy temprano y aprovecho los primeros rayos de luz solar. Lo que puedo y cuando puedo. Quince minutos es mejor que nada. Media hora mejor que quince minutos. No hay otra.
No planifico el momento pero tampoco lo dejo pasar. Como digo, es innegociable. Me adapto.
Quizás suerte o quizás por cuidarme, únicamente en todos estos 30 meses solo dos o tres días he estado enfermo. Salvo algunas
horas en cama recuperándome, he seguido trabajando, no al cien por cien, ni al ochenta, pero lo suficiente como para no perder el ritmo y seguir avanzando, aunque sea un poco.
En esto no me hagas caso, la verdad, no creo que sea un ejemplo a seguir.
Tener una filosofía de vida clara: sobre 2017, descubrí la filosofía estoica. Una filosofía con origen en Grecia hace más de dos mil años. La mayoría de sus ideas resuenan mucho con mi forma de ser y de estar en el mundo. El estoicismo procura vivir una vida virtuosa, basadas en valores como la justicia, el coraje, la disciplina y la templanza. ¿Cómo me ha ayudado la filosofía? Pues una filosofía tan práctica como la estoica y tan interiorizada como yo la tengo, me ha ayudado muchísimo a poner en perspectiva las cosas y eventos de cualquier naturaleza, a relativizar problemas, a no perder el foco en lo que realmente importa, tener más calma mental y a ser mucho más disciplinado en mi día a día.
Austeridad y sencillez en todos los sentidos: son otros dos valores que tengo interiorizados hace muchísimo tiempo. Vivir con lo justo, sin excesos, sin lujos innecesarios, sin cosas superfluas. ¿Sabes por qué son importantes para mí? Porque me permiten centrarme en lo que realmente importa, en lo esencial. Mientras menos cosas innecesarias tenga, tanto físicas como mentales, más recursos tengo para las importantes. La cuestión es saber eliminar lo trivial para centrarse únicamente en lo que aporta valor. El tiempo y la capacidad mental son recursos limitados. Mientras menos cosas tenga que gestionar, más tiempo y energía tengo para dedicar a lo que realmente importa.
La lectura para mi es también innegociable. Es verdad que no tengo tiempos largos para leer pero siempre llevo un libro encima y aprovecho cualquier momento para leer un poco. Por ejemplo, en el parque cuando mi heredero está haciendo la cabra montesa en los columpios, cuando espero en cualquier lugar, quince minutos antes de dormir, etc. Como siempre, buscando el hueco, aprovechando. ¿Qué leo una sola página? mejor que ninguna, ¿qué leo un solo párrafo? mejor que nada.
Momentos importantes. Sobre dioses griegos: Króonos y Kairós. En la mitología griega, Króonos es el dios del tiempo
cronológico, el tiempo lineal,
el que se mide en horas, minutos y segundos. Kairós es el dios del tiempo oportuno, el tiempo cualitativo, el instante preciso en que algo sucede o puede suceder.
¿Cuál de los dos dioses crees que es más importante, que tiene más poder? Yo siempre intento poner el foco en Kairós, en esos momentos que realmente importan,
que son únicos y que no se repetirán. No me importa tanto trabajar un rato (poco o mucho) todos los días si a cambio puedo disfrutar los momentos más importantes cuando yo quiera.
Por ejemplo, he trabajado todos los días, sí, pero también todos los días, desde hace años, he levantado a mis hijos, les he hecho y dado el desayuno y los he
llevado al colegio. Salvo días puntuales, he comido siempre con ellos, he jugado por las tardes, he estado presente en sus actividades extraescolares, etc.
Los momentos irrepetibles, los que nunca vuelven, esos los he convertido también en innegociables.
Os recomiendo leer el libro del filósofo estoico Séneca, "Sobre la brevedad de la vida". En él, el filósofo romano y coetáneo de Jesucristo, reflexiona sobre cómo muchas personas desperdician su tiempo en cosas triviales y superficiales. Os sorprenderá como hace dos mil años ya se hablaba de la importancia de aprovechar el tiempo y vivir de manera consciente.
¿Qué quiero decir con todo esto? Que en mi caso, tengo muy interiorizado prestar atención y dedicarle tiempo a los momentos que nunca más van a volver.
Si me muero mañana, hoy por lo que sea me pilla mal, pensaría
que sí, que he trabajado mucho pero no considero que me haya perdido nada de lo que realmente importa. Además, vosotr@s me echaríais mucho de menos por no tener estas turras de
lectura que os pego de vez en cuando.
Vivir el presente y mantener vivos los recuerdos que merecen la pena.
En ese sentido, soy muy fan de Sherlock Holmes y su
palacio mental al que "copio"
asociando momentos de mi vida a letras o palabras, como: "momento A", "momento B", "momento hoja", "momento parque", etc.,
e ir recordándolos y recorriéndolos mentalmente de vez en cuando. Bastante friki, la verdad, pero efectivo.
Renuncias:
Intentar poner atención y foco en algunos aspectos de mi vida me ha llevado a renunciar a muchos otros. Toda decisión tiene un coste.
Cuando haces algo dejas de hacer otras muchas cosas, coste de oportunidad lo llaman.
¿Qué no hago en mi día a día?
Hace años que no veo una película, el cine ¿qué es eso? No he seguido series de televisión desde los Caballeros del Zodíaco con 12 años,
no estoy al día en la mayoría de noticias, sucesos, programas de televisión o incluso música.
Tampoco sigo redes sociales salvo revisarlas ocasionalmente. No salgo de fiesta desde que sonaba el
"Alalalalalon alalalalalon lon li lon lon lon" en las discotecas de verano.
Abandoné la bicicleta porque la ruta mínima eran dos o tres horas y no las tengo. Fútbol veo solo partidos importantes, de selecciones nacionales o finales de Champions y, además,
es justo cuando aprovecho esos momentos para hacer algo de deporte en el salón de casa.
En general, estoy fuerísima de la vida fuera en cuanto a la sociedad en general.
Eso sí, una cosa que reconozco y que me duele en el alma es que veo mucho menos de lo que me gustaría a grandes y muy queridos amigos y familiares,
cagüenlamar.
Vacaciones. Pues nada, monada, no las tengo o al menos no las he tenido. A cambio, me da igual el día en el que vivo, es decir, no sufro el domingo por la tarde, no tengo la angustia del fin del puente, del fin de semana o de las propias vacaciones. Para mí, cualquier día es igual de importante que otro, tanto en lo laboral como en el descanso personal. En realidad, vivo ajeno al calendario en ese sentido.
Yo Robot. A veces pienso que me he convertido en una especie de robot rutinario. Todo lo que hago suele tener un fin productivo a cambio
de no dejar margen para la improvisación, la espontaneidad o el disfrute. Un aburrío de toda la vida, vamos...
Pasar tanto tiempo solucionando problemas diariamente me ha llevado a un punto ciertamente obsesivo en no parar de resolverlos...y no saber parar, la verdad, es un poco
mierder. Ejemplo: mis siestas son de entre quince y veinte minutos. Con alarma. Ni un minuto más.
Me genera cierta ansiedad cada día que me levanto más tarde de las siete de la mañana. No es normal.
A veces es angustioso vivir pensando en cual será el siguiente momento que tendré para hacer algo que me guste. Configurar tu vida como un tetris temporal en el que cada pieza es un
momento importante de mi día me genera cierto estrés mental. La verdad, no tengo ni idea de por donde cortar este círculo entre vicioso y virtuoso.
Respondiendo a las preguntas
¿Podría considerarme un esclavo digital del siglo XXI o, por el contrario, haber encontrado una especie de libertad personal en la que soy cien por cien dueño de mi día a día?
Pues yo diría que tengo mucho más de libertad que de esclavitud. Es cierto que he renunciado a muchas cosas, como he contado antes, pero también es cierto que he ganado otras muchas y, sobre
todo, en las que considero más importantes. Solo el hecho de poder decidir lo que hago con mi tiempo, con mi vida, con mi día a día, ya es una gran libertad de la que me costaría mucho
desprenderme.
Eso sí, tener libertad también implica
tener mucha responsabilidad. Tengo la posibilidad de irme una mañana, cuando me apetezca, a hacer ejercicio al parque, y muchos días lo he hecho, pero sabiendo que posteriormente
habrá que recuperar esas horas.
Pero solo le hecho de tener esa opción de poder hacer lo que quieras cuando quieras y rechazar lo que no quieras es la mayor libertad que uno puede tener,
en mi humilde opinión, claro.
Me parece que soy mucho más libre
trabajando todos los días que un administrativo de la Junta de Extremadura que dedica las mejores horas, de sus mejores días, de sus mejores años, en un trabajo absolutamente reglado
y encajonado de ocho a tres.
En definitiva,
trabajar todos los días no me ha quitado lo que más quiero. Al revés: me ha dado la libertad de estar presente cuando realmente importa.
¿30 meses seguidos trabajando es un éxito o un fracaso? En general, lo considero más éxito que fracaso, pero le voy a dar una mínima ventaja de un 60% de éxito y un 40% de fracaso. Creo que en algún momento debería haber parado, desconectado y descansado de verdad, sin trabajar, sin hacer nada productivo. Pero no es solo parar, es interiorizar que no pasa nada por no hacer nada. Es un poco trabalenguas pero bueno...nos entendemos.
Sobre el valor de los momentos importantes, ¿qué tiene más valor? ¿Trabajar un rato (mucho o poco) todos los días y a cambio poder disfrutar de cualquier momento importante cualquier día? ¿O tener un horario de trabajo fijo con descansos y vacaciones y a cambio disfrutar de los momentos importantes únicamente en aquellos momentos en los que no trabajas y "te dejen"?
¿Estoy loco? Po's tú dirás.
Corto y cambio
Bastante mérito tiene si has llegado hasta aquí, muchas gracias por leerme, ojalá que después de prestarme tu atención durante tanto tiempo te pueda haber aportado algo positivo. En caso contrario, disculpa por adelantado. Y, en cualquier caso, te estoy muy agradecido por estar aquí.
Chimpún.
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